PACKOCHO

Motero, Rider, Biker, motoviajero o motoaventurero, un poco de todo. Estoy dando la vuelta al mundo por etapas. Después de cada viaje tengo que volver a casa, trabajar, ahorrar y esperar de nuevo a las vacaciones. Desde temprana edad comienza mi pasión por las motos. Que yo recuerde, tendría unos 6 años cuando les pedía a mis padres que me comprasen una Montesa Cota 25. Costaba 25.000 pesetas (150 €) de la época. Eran tiempos difíciles y no pudo ser ese sueño y tuve que esperar años para poder comprar una moto de segunda mano. Este blog no pretende sentar cátedra en ningún aspecto, ni de motos ni de viajes, ni nada parecido. Tan solo pretende contar unas pocas historias que le pasan o han pasado al que lo escribe.

He tenido la suerte de recorrer carreteras míticas en moto como: "Trollstigen" y "Atlantic Ocean Road" en Noruega, "Route 66", "US-1", Los Cayos y Florida y los National Parks de Utah y Arizona en Estados Unidos, el "Vietcong" y la "Ruta Colonial 4" de Vietnam, llegar hasta "Norkdkapp" (Cabo Norte) atravesando un montón de países europeos. Además de, Costa Rica, Nicaragua, Cuba, Córcega, Grecia, Portugal, Marruecos, la Ruta 40 en Argentina e incluso Kho Larn en Thailandia.

Sobre 4 ruedas he podido disfrutar de la "Atlantic Ocean Road", Philip Island y el "Australian Desert" en Australia, "Route 61 o Highway Music o Blues Highway" en USA, Canadá, muchos países europeos, Marruecos o Turquía ...

Tampoco, tienen estas historias un orden cronológico. Así que a disfrutar.

30 de septiembre de 2015

INDIA - 2015


Hace años este viaje estaba proyectado. La idea inicial era realizar una motoruta en India. Todo comenzó en un conocido foro de motos. En un principio, surgió la posibilidad de recorrer Rajastán en una Royal Enfield. Recorrer la India en una Royal es como hacer la Ruta 66 en una Harley.

A principios de este año, se retomó la idea pero quedó un poco en el aire. Tan solo dos meses antes del viaje se confirmó. Se publicitó entre los amigos cercanos y se procedió, únicamente, a la compra de billetes de avión. Unas ideas previas de ruta, unos comentarios de gente que ya había estado y poco más.

Con lo puesto, una mochila apretada para poder llevar todo el equipaje encima de la moto y al aeropuerto. La primera escala en el aeropuerto Charles De Gaulle de París. Con poco más de una hora y a la carrera por la terminal porque la facturación del equipaje no estaba garantizada. Casi de un salto y con el olor a curry impregnado en el fuselaje, nos subimos al moderno avión que nos trasladaba a India.

Doce horas después del primer despegue, más las tres horas y media que hay que sumar por la diferencia horaria (un total de 15 aproximadamente) aterrizamos en el aeropuerto internacional Indira Gandi de New Delhi.

NAIWALA KAROL BAGH STREET
NEW DELHI:

La siguiente misión es salir del aeropuerto. Lo más fácil es coger el metro hasta New Delhi central. Antes hay que cambiar euros por rupias. El cambio medio es de un 1 € 70 rupias. Aunque dependiendo de las ciudades, el cambio puede oscilar entre 60 y 68. Por 100 rupias, en la máquina expendedora del metro te dan una ficha de plástico a modo de billete. En los tornos la muestras a la máquina y pasas. Después de un trayecto de unos 20 minutos llegas a la estación central. El tren, que se presagiaba de otro mundo, nos da una grata sorpresa. Aire acondicionado, moderno, rápido y limpio. Para salir, se introduce la ficha en el torno.

Salimos al exterior y la bofetada de calor es importante. Estamos a primeros de julio, época de verano monzónico. Una combinación de calor y humedad. Luce el sol de forma vaga pero contundente; ya que una calima lo impide de forma clara. No se sabe si es por la contaminación o porque es así.

Un poco perdidos en la calle, nos asaltan los taxistas. Volvemos al metro y buscamos un barrio periférico para alojarnos mediante “couchsurfing”. Esta segunda entrada es más real. Me explico. Hay dos filas para entrar. Una de hombres y otra de mujeres. Control de escáner de todo tipo de bolsos, mochilas y equipaje. Arco de seguridad y cacheo. El precio de 4 billetes es de 76 rupias en total.

Una vez en el exterior, por segunda vez. Nos damos cuenta que la periferia es algo diferente, y lógicamente, la impresión es peor. No acertamos a encontrar al generoso individuó que osó a invitarnos a su casa. Decidimos ir al barrio de Pahargang en “oto” (tuc tuc en Tailandia). Negociamos el precio y después de más 30 minutos nos damos cuenta que Nueva Delhi es bastante grande y el tráfico caótico. Ya somos capaces de ver las primeras vacas deambulando entre los coches y la gente. El tráfico se compone de infinidad de coches, tuc tuc, motos, peatones y vacas cruzándose de carril, cambios de sentido, etc. El sonido del claxon de todo vehículo es ensordecedor y continuo. Si hay un vehículo averiado o lleva la carga que sobresale los límites, no importa. Está debidamente señalizado con ramas o arbustos. La alocada conducción incluye cambios de sentido de trailers saltándose la mediana en medio de una autopista de peaje, esquivar una vaca o compartir tres carriles con cinco vehículos.

El barrio de Pahargang está bien situado junto a la estación central de ferrocarril. Hay gran variedad de hoteles. Buscamos uno con unos mínimos (limpieza, desayuno, aire acondicionado y wifi). El precio, un poco caro son 2.600 rupias la noche. El extra es la piscina en la terraza, donde hay un restaurante y cerveza fría.

El resto de la tarde lo dedicamos a comer y a inspeccionar la zona. En el hotel nos indican que nos pueden facilitar un alquiler de motos. Al día siguiente, nos ponemos en marcha y el contacto de las motos no llega. Decidimos ir a Naiwala Karol Bagh, una calle donde se concentran todos los negocios de alquiler y talleres de motos. Un taxi nos deja allí y comienza la peregrinación. Nos damos cuenta que los precios están pactados entre ellos. La idea de ir a la frontera del Tíbet para ver Leh y el valle de Ladakh comienza a desvanecerse. Tenemos 15 días y son muchos kilómetros. Dejar las motos en Leh y que las retornen en camión a Delhi encarece bastante el presupuesto. Hay que llevar el equipaje, garrafas con gasolina y un mecánico (al que hay que pagar alojamiento y manutención).

Sobre la marcha, intentamos buscar alternativas. Un tuc-tuc nos lleva al centro de Delhi. Insistimos que no queremos tiendas ni nada parecido. Nos lleva a una agencia turística autorizada por el gobierno. Exponemos nuestra idea y nos terminan de convencer. Nos venden un paquete a medida que nos seduce. Hacer trekking en el Himalaya en la zona de Cachemira y después visitar las principales ciudades del tercio norte de este poblado país. Accedemos por un precio razonable a las ventajas de facilitarnos el alojamiento, los billetes y los traslados.

Desde el primer momento, nos ponen un taxi a nuestra disposición. Cambiamos de hotel (más barato pero con las mismas comodidades). El simpático y pequeño taxista nos lleva a un restaurante local donde la comida es realmente buena, aunque el precio un poco alto. Somos conscientes de nuestra condición de turistas. Por la tarde, recorrido turístico por la capital. Intentamos acceder al templo del Loto pero grandes colas de espera, lo impiden.


LOTO TEMPLE
El templo de Loto es un moderno centro de adoración Bahá’i con forma de flor visitado por millones de turistas de todo credo.

DELHI GATE
Al no poder entrar, la alternativa es ir a Delhi Gate (Puerta de la India). Es un arco del triunfo similar al parisino situado en Rajpath. Como es domingo, se concentran miles de paseantes por los parques de alrededor.

Otras cosas a tener en cuenta. Quien quiera comprar una tarjeta telefónica para operar teóricamente sin problemas, deberá aportar dos fotografías tamaño carnet, rellenar varios impresos, pasaporte y facilitar los datos del hotel donde se está alojado. Después de 15 días, las tarjetas de una reconocida compañía internacional no pudieron ser activadas. Hay que decir que hay pocas redes wifi por las ciudades. Normalmente, se pueden encontrar en los hoteles.

En los cajeros automáticos, en minúsculos cubículos, suele haber aire acondicionado a máxima potencia y un vigilante.

En lo que respecta a las comidas, básicamente, todo pica. Lo mismo da comer pollo que un plátano. Incluso hasta los pistachos pican. Con el tiempo se aprende y se sabe que es lo que no pica. Casi todas las comidas están basadas en el pollo y el arroz. Cabe destacar los siguientes platos, aptos para turistas:

Jeera Rice y Saffran Rice: Arroz que no pica. Solución de comida alternativa para evitar las diarreas por el exceso de picante. Después de una semana comiendo picante, los intestinos y los estómagos se resienten.

Palak Paneer: Una salsa verde (espinacas con queso fundido) que se come con pan de pita (de queso, cebolla o ajo). Tampoco pica.

Veggie Pakora: Especie de croquetas vegetales rebozadas. No pica.

La venta de cervezas, solo en determinados restaurantes. El tamaño estándar (muy común en zonas de Asia) es de 660 cl.

SRINAGAR - DAL LAKE
SRINAGAR:

Al día siguiente y continuando con el nuevo plan, toca volar a Srinagar. En poco más de una hora de vuelo, llegamos a Srinagar, capital de Jammu – Cachemira. Nada más salir del pequeño aeropuerto, un simpático policía nos acompaña hasta el coche que nos recoge y sibilinamente nos pide dinero. La ciudad está fuertemente militarizada. Existen multitud de controles militares y soldados armados apostados en todas las calles y cruces. Es una zona en conflicto donde no suele haber turismo extranjero. Se necesita un permiso especial para estar en la zona. En las páginas web de información turística no suelen recomendar visitar estas latitudes.

La gran atracción de Srinagar es el Dal Lake, rodeado de montañas en las primeras estribaciones del Himalaya. Cruzamos el lago en unas pequeñas embarcaciones de remo hasta unas casas flotantes (houseboat) a modo de hoteles.

Por la tarde, toca inspeccionar la parte antigua de esta ciudad, conocida como Old City. Aquí ya poca gente habla inglés. Normalmente, los conductores de “oto” y taxistas dicen a todo que sí. Una vez que se dan cuenta que tienen el “negocio”  en sus manos, llaman a alguien próximo que hable inglés para que les traduzca el trato que acaban de cerrar.

Después de muchas complicaciones, llegamos a la Old City y allí nos damos cuenta que estamos en una ciudad donde hay poco de India. Nos llegamos a preguntar si estamos en Pakistán. Es un viaje en el tiempo. Un retroceso a una ciudad musulmana, donde las mujeres visten con niqab y burkas de color negro y los hombres llevan su “pijama blanco” o gris con chaleco con sus largas y pobladas barbas. Es un lujo para los atrevidos turistas pasear por estas estrechas calles donde abundan las casas de ladrillo rojo. En sitios recónditos e inhóspitos se pueden ver pequeños y vetustos negocios. A los ojos de los lugareños, somos unos extraños turistas occidentales.

HOUSEBOAT IN DAL LAKE

Durante el paseo encontramos la mezquita Khanqah; que solo se puede ver desde fuera, ya que no se puede acceder. De regreso a la houseboat paramos en una céntrica calle que hace las veces de paseo marítimo. Allí, la gente pasea tranquilamente en familia.

Al día siguiente, visitamos el templo hindú Shankaracharya en el monte de Sulaiman. Para acceder hay que subir en coche, previo pago de 600 rupias y el correspondiente cacheo y registro de bolsos y mochilas. No se pueden llevar cámaras de fotos, prendas de vestir de cuero y teléfonos móviles, ya que están rigurosamente prohibidos por temas religiosos. El templo de Shankaracharya está dedicado al dios Shiva. Uno de los más famosos de los múltiples dioses de esta extraña religión. Después de una larga espera, en el interior del pequeño templo se venera a Shiva, se realizan donativos, se tocan las campanas y un sacerdote te impregna una sustancia rojiza en la frente.

Tuvimos la suerte de visitar este templo, lugar de peregrinación e ilusión de muchos hindúes, ya que solo se abre desde la mitad de junio hasta finales de agosto. Según nos dijeron, la nieve impide el acceso al monte fuera de estas fechas.

Muy interesante, visitar los mercados locales de Maharaja Market y Goni Khan Market. Un auténtico hervidero de gente, donde se entremezclan los puestos con coches, furgonetas y autobuses.

En la siguiente jornada toca viajar en coche hasta el corazón del Himalaya para realizar el trekking.

NARANAG - SIND RIVER VALLEY
NARANAG:

Después de casi dos horas en coche, llegamos a Naranag. Es una pequeña población del distrito de Ganderbal a unos 50 largos km. de Srinagar. Sirve de campamento base para ascender al Haramukh (5.142 metros) y al Gangabal Lake.

Naranag situado en un verde valle con el río Sind a sus pies, también tiene como atracción turística un antiguo templo dedicado al dios Shiva.


SHIVA TEMPLE
Por la tarde, un pequeño paseo de senderismo, sirve de aclimatación para la ascensión del día siguiente. Se pueden observar curiosas construcciones de troncos y tierra donde la gente de este pueblo habita con sus animales. Suelen trabajar tres meses al año (en verano) ya que la nieve suele impedir el normal desarrollo de actividades. Los niños –con las caras curtidas por la climatología- que se acercan no piden caramelos ni dinero, solo quieren bolígrafos.

El día principal de ascensión amanece ligeramente nublado. Acompañados de un guía y un mini caballo iniciamos la subida. Después de unas 3 horas hacemos cumbre en una planicie cubierta de niebla. Nos encontramos una construcción que gestionan unos gitanos donde venden té con leche caliente. Nos refugiamos en otra construcción que sirve para guardar animales. Comienza a llover y degustamos el energético menú que nos ha preparado la organización.

El menú -igual que en los dos días anteriores- consta de: 1 pequeño huevo duro, 1 pequeño muslo de pollo, 1 pequeña patata cocida y un mini sándwich seco de mantequilla. Para beber, agua que habíamos comprado antes de salir. Esperamos a que deje de llover y despeje la niebla. Dos horas después conseguimos ver las imponentes cumbres nevadas del majestuoso Himalaya.

HIMALAYA
Nos cruzamos con una patrulla militar y paran a darse un respiro. En ese momento encontramos la explicación a tanta suciedad en la montaña. Dejan un reguero de envoltorios y plásticos a su paso. Inmediatamente después comenzamos el descenso. En Naranag nos esperan y nos llevan de vuelta a Srinagar en coche.

Un nuevo día y regresamos a Delhi. Antes hay que sufrir el peregrinaje de registros y cacheos. En la entrada del aeropuerto, en la entrada al edificio de la terminal, en el registro de seguridad después de facturar. Identificar personalmente el equipaje antes de embarcarlo en el avión. Controles y cacheos también en la entrada a la sala de espera y a la entrada del avión. Otro vuelo de una hora y un coche nos espera.

JAIPUR - AMBER PALACE
JAIPUR:

Para salir de Delhi, que es un atasco permanente, se necesitan dos horas en coche. Después de 270 km y casi siete horas en un monovolumen, llegamos a Jaipur, la capital de Rajastán. Jaipur es la ciudad rosa. Por orden del gobierno indio en la época colonial, es obligatorio que todas las fachadas se pinten de color rosa como signo de hospitalidad. El símbolo de la ciudad es Hawa Mahal o Palacio de los vientos.

En Jaipur hay que visitar el Amber Palace o Palacio Ámbar. La entrada al palacio cuesta 200 RP. Este palacio está situado en una colina junto al fuerte y el Maotha Lake. El fuerte es zona militar y no se puede visitar.

Cerca del palacio y en los montes vecinos, se contempla la muralla de 22 km. que separa la “ciudad vieja”. Tiene un gran parecido a la gran muralla china.

En medio del Man Sagar Lake está el Jal Mahal o Palacio de Agua. No se puede visitar aunque es bonito contemplar desde la orilla. También por la noche.

JAL MAHAL
Otra de las curiosidades de Jaipur es el Observatorio de Jai Singh. El precio de la entrada son 200 RP. Posee una gran colección de relojes de sol y otros artefactos para medición del tiempo. Llama la atención un gran reloj que da la hora exacta (restando un desfase horario de 32 minutos).


MAHARAJA SAWAI MAN SINGH II MUSEUM

El Palacio de la ciudad (Maharaja Sawai Man Singh II Museum). La entrada son 400 RP. En su interior alberga un museo textil y de trajes y un taller de artesanía. A la salida del palacio, en una de sus puertas, podemos encontrar cantidad de monos (macacos) que están a la caza y captura de cualquier vianda para comer.


Junto al palacio de la ciudad, está el Palacio del Rey. Se puede visitar, previo pago de 2.500 RP. El rey actual tiene 16 años y vive, normalmente, en Londres.


Un dato a tener en cuenta para los que viajen en taxi. De Delhi a Jaipur cuesta 150 € por persona.

Destaca la suciedad y pobreza del extrarradio de las ciudades donde la gente se hacina junto a las carreteras.

TAJ MAHAL
AGRA:

Esta vez son 240 km y otras seis horas de coche. Agra (Uttar Pradesh) es la ciudad del mármol blanco tallado y contrasta que sea la ciudad visitada más sucia de la India. Agra es la ciudad que alberga una de las siete maravillas de la humanidad: el Taj Mahal. El Taj Mahal está junto al río Yamuna. Es un mausoleo musulmán dedicado a Arjumand Bano Begum, la esposa favorita del emperador Shah Jahan, muerta en el parto de su decimocuarta hija.

La entrada son 750 rupias (entrada más impuesto turístico). Incluye una botella de agua y unas pantuflas desechables. Antes de entrar, es obligatorio dejar linternas, bolígrafos, etc. ya que serán confiscadas en el control de seguridad.

AGRA FORT

La entrada al recinto se hace a pié, en camello o en tuc tuc eléctricos debido a la alta contaminación que está dañando la construcción.

Dentro de Agra y a pocos km del Taj Mahal está el fuerte. El precio también son 750 rupias, pero con la entrada del Taj Mahal se descuentan 500 RP del impuesto. No hay que olvidar llevar la entrada y enseñarla en la taquilla. El fuerte de paredes rojizas está compuesto de varias edificaciones y jardines.


TAJ MAHAL - MEHTAB BAGH GARDENS


Los jardines de Mehtab Bagh detrás del Taj Mahal se pueden visitar. La entrada son 100 RP. Es conveniente contratar un tuc tuc ya que está al otro lado de río Yamuna y hay que atravesar parte de la ciudad. Es curioso pasar debajo de un puente por donde circula el tren. De forma asombrosa todos los viandantes y vehículos se paran automáticamente al paso del tren para no sufrir una lluvia de excrementos procedentes de los servicios de tren.




Dentro de la ciudad de Agra, existe una terraza llamada “Mumtaz Café” en un hotel donde se puede contemplar  una vista panorámica y el atardecer tomando una cerveza. Está situado cerca de la puerta sur del Taj Mahal.

MUMTAZ CAFE TERRACE - AGRA OVERVIEW
En Agra, al igual que en otras ciudades, se pueden ver hombres canosos y “presumidos” se tiñen el pelo de rojo con henna. Esto produce un efecto un tanto extraño.

La estación de trenes de Agra es un submundo donde las familias tiradas en el suelo, dormitan y comen esperando su tren.

VARANASI - GANGES RIVER
VARANASI:

Llegamos tras 11 horas en tren y hacer 620 km. Nos venden el billete con la golosina de aire acondicionado y un compartimento en coche cama. La realidad es que es cierto que hay aire acondicionado pero el compartimento no es tal. El vagón se comparte completamente, en receptáculos de 6 literas y algunas separadas por cortinillas.

Varanasi (Uttar Pradesh) es la ciudad del río Ganges. Nosotros la conocemos como Benarés. Y para los hindúes, el río es el “Ganga”. Es la ciudad visitada donde el tráfico rodado es el más loco y caótico nunca visto. Después de conducir en algunos países diferentes, pensaba que en El Cairo y Bangkok lo había visto todo en este sentido, pero no. Faltaba Varanasi. Es raro que esta ciudad no haya dado todavía un campeón del mundo de rallys.

En el río Ganges conviven las cenizas de los muertos, los niños y jóvenes bañándose, las mujeres haciendo la colada, el baño refrescante de los bueyes o chavales pescando. En una de las orillas, paseando por los “ghat” podemos encontrar multitud de chamanes, sacerdotes, pedigüeños, mendigos y vendedores ambulantes. Al atardecer y al amanecer los habitantes de esta ciudad se bañan. Por las mañanas, es el tiempo en que las mujeres lavan la ropa y la ponen a secar en el suelo.

Es conveniente realizar un recorrido en una barca de remos para ver este inmenso río de color marrón. Es la mejor forma de aproximarse a las piras funerarias donde queman entre 200 y 300 muertos diariamente. Las familias de los muertos, allí mismo compran unos 60 kg. de madera. En una camilla hecha con bambú, sumergen al fallecido que está vestido con telas brillantes para darle su último baño sagrado y purificarlo. Luego lo depositan en el suelo para que el cuerpo se seque y van preparando la pira funeraria con fuego e incienso. Pasada una hora aproximadamente, proceden a quemar el cuerpo hasta que queda reducido a cenizas. Una vez consumido el fuego, tiran las cenizas al Ganges. De esta forma, los hindúes descansan para siempre, ya que el que no muere en Varanasi, deberá reencarnarse hasta conseguirlo.

También es imprescindible ver la puja en honor a la Madre Ganga. Es una ceremonia que se celebra todos los días al ponerse el sol. Posiblemente, la más importante y concurrida es en el ghat Dasaswamedh.

Los templos hindúes en Varanasi destacan por su atractivo espiritual. Kashi Vishwanath es uno de los templos más vistosos junto al río Ganges.

HINDU TEMPLE
Kal Bhairav es tal vez uno de los templos con más solera pintado de color naranja en tono “minio”. Para entrar en un templo, antes se debe comprar un collar de flores, una pulsera de hilo de colores, aceite para quemar y unos caramelitos de anís (140 RP). Una vez dentro y descalzado, se llevan las cosas compradas a una especie de altar en el centro y se entregan a un sacerdote. Después de la bendición. Se echa el aceite de quemar en una lámpara encendida. Un segundo sacerdote te coloca el collar de flores. Luego hay que dirigirse a un tercer sacerdote (los hay jóvenes de 15 de años y de varias edades). Estos individuos te echan una perorata repetitiva y te golpean con una especie de varillas de color negro y luego te dan dos collejas en la espalda. Para finalizar este ritual, te colocan la pulsera y te piden un donativo. Lo del donativo es algo que tristemente se repite de forma continuada. Una vez terminado esto, se dirige uno a otro pequeño altar y da tres vueltas alrededor del dios Shiva. Finalizadas las vueltas, se vuelve a dar otro donativo. Como íbamos en grupo, otro chamán, nos recita otra perorata al grupo. Nuevamente, golpeo de varillas y las collejas preceptivas. Para acabar, un último donativo.

Así visitamos varios templos de religión hindú donde te hacen beber agua de un pozo o agua de flores de un altar, etc. Se bebe con mucho reparo pero garantizan que no produce diarrea. Hicimos la prueba y sorpresa, nadie se puso enfermo.

Para refrescar los estómagos y amortiguar el efecto del agua bebida en los templos, decidimos tomar “yagar” (fonético). Es algo parecido a una mezcla de requesón y yogurt con azúcar que se toma en un cuenco de barro sin cocer de un solo uso.

GHAT DASASWAMEDH
Para los que quieran comprar, existe un mercadillo local interesante cerca de la zona de las piras funerarias junto al ghat Dasaswamedh. Venden botellas y cacharros para llevar agua sagrada del Ganges. Es un mercadillo donde se puede comprar todo mucho más barato que en otras ciudades.

Varanasi también es famoso por sus escuelas de yoga, donde los turistas acuden aprender. En esta ciudad para tomar una cerveza, preguntamos a un taxista y nos llevó a un lugar clandestino. Un piso medio deshabitado en el centro de la ciudad, donde un montón de hombres beben cerveza y se emborrachan sentados en cajas de cartón.

A la hora de salir a cenar y dar una vuelta, es conveniente conocer los horarios. Los hoteles cierran a las 22:00 horas. A partir de esta hora, no hay nadie por la calle, tan solo vacas y toros transeúntes o conductores de triciclos durmiendo encogidos en sus vehículos.

La estación de tren de Varanasi tiene una imagen mejor que la de Agra. La vuelta a Delhi fueron 14 horas para recorrer en tren casi 800 km. en un coche cama. Esta vez, el vagón compartido era de habitáculos con 8 literas.

NEW DELHI STREET
NEW DELHI:

Después de toda la noche viajando, entumecidos salimos al sol radiante del exterior. Vuelta al hotel, comida en un buen restaurante y un paseo vespertino para ver la mezquita Jama Masjid, la más grande de New Delhi.

JAMA MASJID MOSQUE

Allí, junto a la mezquita Jama Masjid, se encuentra un bazar, tipo medina árabe. Es donde los musulmanes de Delhi realizan sus compras. Como es época de ramadán, en algunas tiendas de alimentos, se pueden ver personas hacinadas que comen gracias a la caridad preceptiva del Corán.

Ya por la noche, regreso al hotel y al día siguiente vuelta a Madrid. Escala en Roma, en el aeropuerto de Fuimicino. En total más de 15 horas de viaje.


A modo de conclusión. Si alguien busca encontrar el karma en India, dudo que lo haga. Podrá encontrar otras muchas cosas. Creo que es necesario conocer este país pero es posible que alguno tenga sentimientos contradictorios. No obstante, esto no deja de ser una opinión muy personal.